La actividad turística se ha consolidado como parte integrante de las estructuras productivas de los ámbitos rurales andaluces, dentro del proceso más amplio y generalizado que ha supuesto la progresiva transformación del papel que el mundo rural tienen en la sociedad europea actual. Así ha ido reduciendo su peso como sector productivo para ir asumiendo otros roles económicos relacionados con la conservación ambiental, el mantenimiento y renovación de los recursos naturales, o la generación de servicios destinados a la demanda urbana, entre los cuales destaca el turismo.

De este proceso no pueden excluirse las zonas de tradición agrícola que han visto incrementarse su oferta turística tanto de alojamientos como de productos. Así se ha ido desarrollando un tejido empresarial destinado a dar respuesta a la demanda de turismo rural, patrimonial, cultural, etnológico, ambiental,… sustentado en la propia riqueza y diversidad de recursos existentes y que, en el caso de Andalucía en general y la provincia de Cádiz en particular, se ven influenciados por el atractivo y la fuerza promocional de la propia cultura agraria tradicional, como es el mundo del caballo, del toro, el vino, el olivo y la producción de aceite o los espacios naturales y sus industrias y tradiciones

Con el objetivo de valorizar en el sector del turismo estas actividades vinculadas a la tradición y cultura agraria, los Grupos de Desarrollo Rural de Cádiz (Campiña de Jerez, La Janda, Sierra de Cádiz y Los Alcornocales) han puesto en marcha una Acción Conjunta de Cooperación de definición de una Estrategia de Turismo vinculada con los recursos agrarios y el paisaje rural de la provincia de Cádiz.

La relevancia de esta actividad turística no se encuentra tanto en su magnitud, pues son experiencias limitadas en cuanto a los recursos disponibles, sino por su innegable labor de dinamizadora social, catalizadora de la actividad productiva, promotora de la conservación y articuladora del territorio.

El reconocimiento de la importancia del turismo como uno de los principales motores de la economía en la Comunidad Autónoma de Andalucía ya se encuentra en su propio Estatuto de Autonomía que establece en su artículo 37 el turismo como “un elemento económico estratégico”, fijando para la Comunidad Autónoma en su artículo 71 “competencia exclusiva en materia de turismo, que incluye, en todo caso: la ordenación y la planificación del sector turístico; la regulación y la clasificación de las empresas y establecimientos turísticos y la gestión de la red de establecimientos turísticos de titularidad de la Junta, así como la coordinación con los órganos de administración de Paradores de Turismo de España en los términos que establezca la legislación estatal; la promoción interna y externa que incluye la suscripción de acuerdos con entes extranjeros y la creación de oficinas en el extranjero; la regulación de los derechos y deberes específicos de los usuarios y prestadores de servicios turísticos; la formación sobre turismo y la fijación de los criterios, la regulación de las condiciones y la ejecución y el control de las líneas públicas de ayuda y promoción del turismo.

Además en su artículo 197 insta a los poderes públicos a orientar sus políticas “especialmente al desarrollo del turismo sostenible, la protección del litoral y la red de espacios naturales protegidos, así como al fomento de una tecnología eficiente y limpia”.

Esta relevancia se ha trasladado a la labor planificadora del gobierno andaluz, de manera que es extensa la actividad de diseño estratégico a la que este sector se ve sometido, y que esta Estrategia territorializada viene a completar. Entre otros, los planes que deben tenerse en cuenta a la hora de su definición son:

El diseño de una estrategia que ponga en valor los recursos agrios y el paisaje rural requiere de una serie de actuaciones iniciales, algunas de las cuales se abordan en este trabajo y otras deberán ser los siguientes pasos para su concreción y aprobación.

La concreción de este análisis pasa por un primer conocimiento de la actual situación de la zona, tanto a nivel de las principales variables económicas, sociales y ambientales, como de registro y catalogación de las tipologías de recursos agrarios susceptibles de uso turístico. Esta información se debe completar con la sistematización de la oferta en materia de agroturismo ya existente, que permita poner en valor las experiencias realizadas, los aciertos y errores cometidos en el camino y los factores claves para el éxito y supervivencia. A partir de estos elementos se puede avanzar en el diseño de una Estrategia de Turismo vinculada a los recursos agrarios y el paisaje rural que ponga las bases para la inclusión de esta actividad en el modelo de desarrollo rural del territorio. Por último, se deben definir unos indicadores que sirvan para la mejora continua, y que a la vez sean un instrumento de comunicación ágil y eficaz.

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