¿Es nuestro objetivo primordial cómo madres, padres y educadores esforzarnos un poco más cada día en  la educación en valores sociales, ambientales  y de sostenibilidad de los más pequeños?

Como cualquier profesional, de cualquier rama o campo me esfuerzo cada día en el seguimiento de mi agenda laboral, calendarios, compromisos, entregas, apretado horario que termina, aunque no siempre, al entrar por el umbral de mi casa, en ese momento como si del juego de las sillas se tratase, cambio de canción, me coloco una nueva mascara para convertirme en  educadora a tiempo completo, un trabajo no remunerado como tantos otros, diario y de progresión muy lenta el que  realizamos las familias, como el que riega gota a gota sus plantas,  en favor de su crecimiento y floración y que con cualquier pequeño descuido, un mal gesto, una mala contestación  o un trato inapropiado, somos capaces de confundir a los estos pequeños seguidores , teniendo que corregir rápidamente y dar marcha atrás en muchos de nuestros actos para evitar ser imitados, siendo ellos fiel reflejo de nuestras flaquezas y debilidades.

Es en este auto análisis continuo de cómo puedo mejorar  y mejorar a los que me rodean es en el que me encuentro y es entonces cuando me decido a ser cuidadosa y  meticulosa, intentando dar  pequeños mensajes,  cortos pero efectivos, realizando pequeños actos, focalizando en todo momento el respeto por los demás, respeto a la diversidad, respeto a la naturaleza, fomentar en ellos hábitos de estilos de vida saludables, inculcar la importancia de tratar a cada persona como nos gustaría ser tratados, la importancia de colaborar, de consumir lo necesario, valorando lo que tenemos y haciendo hincapié en lo que no necesitamos intentando disminuir en ellos el deseo insaciable de comprar la última novedad, el juguete más guay, la ropa más molona, e intentando hacer crecer en ellos esa voz de la conciencia que nos anima hacia el consumo responsable y consciente.

Convencida de que la mejor forma de enseñar a los niños hábitos sostenibles y una educación en valores es la práctica diaria en el hogar, y en los centros educativos y en esa línea desde casa    los padres nos debemos de transformar en profesores y maestros explicando en cada baño que aunque es muy divertido jugar y chapotear en la abundancia, el agua es un bien escaso del que todos tenemos derecho a disfrutar, y su uso debe ser moderado, en cada tarea incidir en la importancia del reciclaje de los envases consumidos,  favoreciendo en cada juego la reutilización de los materiales, que el maltrato a especies vegetales o animales es totalmente innecesario e inaceptable y que la alimentación sana  y el ejercicio son formas de vida con más calidad.

Desde CONSIDERA, empresa a la que me he unido recientemente  estamos también convencidos de la importancia de este modelo de educación enfocado no sólo al conocimiento y sensibilización sino a la transformación de la realidad, y en esa línea colaboramos en numeroso proyectos  con las empresas y los centros con el desarrollo de talleres educativos  que abarcan numerosas temáticas desde la correcta gestión de residuos para los municipios y ciudadanía, hasta el consumo de alimentos solidarios y saludables en centros escolares. Esta labor educativa en una herramienta básica de introducción de valores aprovechando el aprendizaje vivencial educando a la ciudadanía para que participen en su proceso de cambio hacia un mundo mejor. Siendo la educación ambiental la mejor herramienta para enfrentarnos a la problemática ambiental existente.

En días, tan duros como estos que estamos viviendo, es cuando realmente apreciamos esos pequeños detalles de los que estamos acostumbrados y dábamos por supuesto, libertades de las que estamos siendo privados que nos hace  valorar  un rayo de luz entrando por la ventana,   que con tan solo su reflejo, consigue levantar el ánimo que decae después de largas jornadas.  En días como estos en los que los centros  escolares están presentes en la distancia es cuando debemos saber sacar eso minutos para dedicarles a los más pequeños de la casa y así es como de repente me veo jugando al escondite entre las placas fotovoltaicas de una pequeña azotea, escondidos como polizones entre risas y juegos y ahí de nuevo, como educadores sin descanso, ponemos en marcha  nuestro  sistema de riego por  goteo, que es la concienciación, explicando la importancia de la energía limpia de emisiones, y que en su futuro ya muy próximo será  el principal suministro de energía mejorando la calidad del aire que respiramos.

Reflexionando en horas de confinamiento  como siempre los pequeños nos dan lecciones, siendo ellos ahora los maestros, donde padres  asustados por la reacción de los hijos al encierro observamos cómo somos los adultos los más encerrados. Ellos  ajenos a todo problema externo disfrutan y valoran como hace mucho que no lo hacía de todas las actividades, de todas las tareas realizadas con sus familiar, sin perder la sonrisa, gozando y aprovechándose de nuestro bien más preciado y tanto demandan  que es  nuestro tiempo.

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