Hasta hoy vivíamos en la presunción de ser una civilización indeleble, con la capacidad de generar herramientas globales de planificación que recojan todos los aspectos que afectan a la sociedad y sus territorios anticipándonos a los problemas propios del desarrollo económico y social.

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) como máxima organización internacional, diseñó los objetivos que a nivel global responderían a perseguir la igualdad entre las PERSONAS, proteger el PLANETA y asegurar la PROSPERIDAD como parte de una nueva agenda de desarrollo sostenible, los ya conocidos Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Se trata, por tanto, de un nuevo contrato social global en compromiso con el desarrollo sostenible inclusivo.

Estos objetivos pretenden luchar con el problema de envejecimiento de países como España, la falta de instrumentos de ordenación territorial como medida de planificación sostenible, la sobrepoblación en ámbitos urbanos en contraste con las zonas rurales donde se sufren problemas de vaciamiento de territorios potencialmente productivos y el consumo desproporcionado entre territorios y hemisferios entre otros.

Pero la cuestión es si las grandes organizaciones internacionales son capaces de predecir, a través del diseño de objetivos audaces y racionales, acontecimientos tan imprevisibles e inesperados como una pandemia global de categoría provocada por un virus que se está haciendo sorprendentemente voraz.

El mundo se está enfrentando a esto de una manera coordinada, sí, pero sin haber contemplado un escenario parecido en las estrategias y planes de acción que se están desarrollando en la actualidad, alineadas la gran mayoría a los objetivos marcados por la ONU.

No obstante, hay que reconocer que, gracias a la sintonía de todos los gobiernos, y a la voluntad de trabajar en cumplimiento con las directrices marcadas, en este caso, desde la OMS, se están alineando las metas a cumplir a corto plazo con los objetivos de las Naciones Unidas como respuesta coordinada y unida a la gran pandemia.

Podemos decir entonces, que algunos de estos principios se alinean con los ODS en materia de sostenibilidad ambiental con el fomento del teletrabajo y las reuniones virtuales ya que éstas tendrán un impacto positivo en el clima debido a la reducción de las emisiones de CO2 causadas por los viajes.  Así, se podría asegurar el seguimiento de los impactos ambientales positivos sobre su huella de carbono para evaluar qué prácticas podrían implantarse a largo plazo. Y en el ámbito social, fomentarán la confianza mediante comunicaciones y políticas coherentes, inclusivas y transparentes y que los productos y servicios se distribuyan de manera ética.

Quizá, esta situación provoque un punto de inflexión en relación con la planificación estratégica y el diseño de nuevos objetivos donde, a partir de ahora, se contemplen escenarios con matices apocalípticos y situaciones propias de una película de ciencia ficción.

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